A los 10min de entrar al cortijo me quería quedar a vivir allí. Cuando vi el desayuno ya pensé en pedir a Edgar que me adoptara.

El cortijo de Edgar es un lugar maravilloso en mitad de la montaña donde se respira paz y tranquilidad. Por la puerta pasan las dos rutas más conocidas del pueblo, de 7 y 17 Km, a la de 7 nos acompañó Slowly, un perrito súper majo que se portó súper bien.

El cariño, amor, trabajo y esfuerzo que Edgar le ha puesto a cada ladrillo de esta casa se puede percibir cuando pones un pie dentro. Escucharlo hablar de su cortijo con tanto amor y orgullo es totalmente enriquecedor.

Nosotros estuvimos 6 días, paseando entre la naturaleza, leyendo en el jardín y visitando Capileira y otros pueblos.
Además, seguimos las recomendaciones gastronómicas de Edgar, que no fallan!

Nos sentimos como en casa, incluso coincidimos con familia y amigos de Edgar y nos sentimos uno más del grupo.

Una Experiencia maravillosa que sin duda repetiremos.